Caminé a mi propio juicio, me esperaban acostados para empezar el salcocho de sentimientos consecuentes.
El mismo diablo me miro a los ojos mientras me preguntaba: “Por qué no?”
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Caminé a mi propio juicio, me esperaban acostados para empezar el salcocho de sentimientos consecuentes.
El mismo diablo me miro a los ojos mientras me preguntaba: “Por qué no?”